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Contar la migración: un avance desde ESG

20 julio 2022

Luis Mendoza Ovando

Este es un texto en primera persona escrito por el periodista Luis Mendoza Ovando a propósito de los aprendizajes que puede llevarse el capital de la primera edición de la GMMA.

Este año tuve la oportunidad de participar en la primera edición de la Academia Global de Migración y Medios (GMMA, por sus siglas en inglés) realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y Irish Aid y celebrada en Irlanda. Ahí convivimos y compartimos experiencias periodistas y estudiantes de los rincones más remotos del mundo: Filipinas, Nigeria, Marruecos, Serbia y México, por supuesto.

Una de las muchas reflexiones que surgen de analizar los procesos migratorios es que desde el periodismo existe una tendencia a cubrir la realidad económica, social y ambiental que detona estos procesos como si fueran hechos separados, en lugar de componentes entrelazados. De ahí que quiera aprovechar este espacio para compartirles una reflexión sobre la migración que pude aterrizar a partir de la experiencia del GMMA.

Aunque parezca obvio, la economía no respeta fronteras políticas. Desde el periodismo en México se suele cubrir el fenómeno migratorio como una realidad contenida en nuestro país, pero por qué las personas llegan aquí es una pregunta que rara vez se discute más allá de ofrecer la noción de que sus países están en crisis.

Escuchar de viva voz de los periodistas cómo se vive la migración en sus respectivos países arroja que existen coincidencias en los discursos gubernamentales, los vicios periodísticos, la forma en que se articulan los movimientos xenófobos y varios de los peligros que enfrentan los migrantes. Explorar esos patrones que se repiten en lugares tan distantes en el mundo puede ser un punto de partida para entender que esas “crisis de los países de origen” tal vez son consecuencia de procesos industriales que no están corrigiendo sus externalidades ambientales y sociales adecuadamente.

Esto puede verse de forma muy clara en las remesas y cómo las abordan los gobiernos. Por ejemplo, para mí fue impactante ver que el discurso gubernamental es muy parecido en Filipinas y México.

En México, según los datos publicados por la OIM, las remesas representan 4.2% del PIB, mientras que en el caso de Filipinas son 9.2%. En ambos países, para incentivar que viajen al extranjero y envíen remesas, desde el Gobierno se despliega una narrativa de que los migrantes son “héroes y heroínas”, pero no se ponen manos en el asunto cuando se trata de la precariedad y hasta de las violaciones a los derechos humanos que viven cuando trabajan en otros países.

Sobre el caso de Filipinas, la periodista Ana Santos ha realizado múltiples reportajes con perspectiva de género que destacan las consecuencias sociales que tiene la migración de mujeres a Europa Occidental, algunos países árabes y EE. UU. Por ejemplo, en uno de ellos revela la desprotección que sufren frente a las leyes discriminatorias de Qatar, y en otro el efecto que tiene en la crianza de los niños pasar los primeros años sin su madre.

Otro fenómeno que se cubre en Filipinas, Marruecos y México es el efecto que tienen los créditos y las comisiones bancarias en la migración. Muchas veces, tasas increíblemente altas, aunque sean legales, terminan por someter a los migrantes a dinámicas de explotación.

Tanto el ejemplo de las remesas como el de los préstamos evidencia que la migración en búsqueda de oportunidades laborales es un fenómeno tanto económico como social. Es por ello que resulta tan apremiante buscar nuevas narrativas para hablar de estos temas.

Para la OIM y Irish Aid es fundamental empezar a construir una narrativa distinta a la que avivan los movimientos de derecha respecto a los migrantes. Es decir, comenzar a hablar de cómo las personas que migran se vuelven no solo un motor económico, sino una fuente de innovación por la diversidad de perspectivas que ofrecen.

En esa tarea, sin duda el periodismo tiene una parte fundamental, pero también es claro, por las fallas de Gobierno, que es preciso que desde el capital se adopte también esta tarea, y en el movimiento ESG hay tierra fértil para ello.

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