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Fiebre de Litio

4 mayo 2022

Equipo VIF

Sedientos de aventura y ambición, hombres y mujeres de todo EE. UU. viajaban hacia California durante la segunda mitad del siglo XIX usando como brújula los rumores de presencia de oro en el territorio. Encontrar un yacimiento era un boleto rápido, aunque no por ello menos arduo, a una vida de ensueño, y por eso era trepidante y desesperada su búsqueda en el territorio californiano. A este fenómeno se le conoció como la fiebre del oro.

En la actualidad son otros metales los que tienen dicho efecto y su valor está estrechamente relacionado a la tecnología, en particular la que permite la fabricación de baterías que exige la política de transición energética y que son utilizadas por celdas solares, aerogeneradores, autos eléctricos, etc.

“Los semiconductores son un pequeño aperitivo de lo que estamos a punto de sentir en las celdas de las baterías durante las próximas dos décadas. En pocas palabras, toda la producción de celdas del mundo combinada representa mucho menos de 10% de lo que necesitaremos en 10 años. Es decir, de 90% a 95% de la cadena de suministro no existe aún”, explica R. J. Scaringe, CEO de Rivian.

Esto puede cambiar la posición y relevancia en el tablero de los países que poseen yacimientos de metales requeridos para fabricar esta tecnología. ¿Quiénes son los beneficiados? Chile, por ejemplo, porque alberga 42% de las reservas mundiales de litio y una cuarta parte de sus depósitos de cobre. Por su lado, Congo tiene 46% de las reservas mundiales de cobalto (y produce 70% mundial en la actualidad). China es el hogar del aluminio, el cobre y el litio, y Perú posee casi una cuarta parte de la plata del mundo.

Otros países, como Argentina y Bolivia, tienen grandes reservas de litio que no utilizan y que podrían acelerar la transición energética en el mundo. El Salar de Uyuni, en el sur de Bolivia, es tan vasto y tan blanco que se puede ver desde la luna: se extiende por 10,000 kilómetros cuadrados. Debajo, una capa de salmuera contiene los depósitos de litio más grandes del mundo, un metal ligero y volátil que se utiliza en baterías para teléfonos inteligentes, computadoras y vehículos eléctricos.

La planta piloto de Bolivia produce solo 600 toneladas de carbonato de litio al año y genera menos de cinco millones de dólares en ventas. Por el contrario, se espera que Chile y Argentina produzcan 134,000 y 36,000 toneladas este año, respectivamente.

Bolivia sigue esperando el boom del litio, y algunas empresas, como General Motors, ya empezaron a hacer acuerdos con el Gobierno boliviano para cuando llegue ese momento.

“El litio está presente en casi todas partes. Es un elemento muy común. Sin embargo, [...] debe pasar por toda una serie de pasos de refinamiento. Y es una gran cantidad de equipo industrial el que se necesita para refinar un litio que se pueda usar, como hidróxido de litio o carbonato de litio, en la celda de la batería. Entonces, creemos que necesitaremos ayudar a la industria en este frente, pero la industria es muy rápida. Y, ciertamente, animo a los empresarios que están buscando oportunidades a ingresar al negocio del litio”, opina Elon Musk, CEO de Tesla.

¿Pinta México en esta fiebre del litio? Según el Servicio Geológico de EE. UU., tiene reservas probadas de litio por 1.7 millones de toneladas; para ponerlo en perspectiva, Bolivia tiene 21. El economista Manuel Molano, quien también escribe en el diario El Financiero, calcula que, tasando ese litio a 100,000 dólares la tonelada, esa producción vale un poco menos de 15% del PIB de un año determinado.

Aunque es posible explotar esa cantidad de litio en un periodo de 20 a 30 años, implicaría, en el mejor de los casos, que la producción anual de litio valdría 1% del PIB.

Es cierto, también, que puede que en los siguientes años el litio aumente su valor hasta cinco veces, a medida que hay nuevos avances tecnológicos con las baterías de coches eléctricos y otros aparatos. Pero es importante recordar que lo más valioso de la industria del litio no será su extracción, como plantea el presidente de México, sino la industria tecnológica a su alrededor. Si queremos realmente explotar todo el potencial del litio mexicano hay que ver más allá de la extracción y habilitar toda la cadena.

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